Consejos al realizar un tratado bíblico.

04.11.2011 10:46

 

1. Buscar la dirección del Señor.

Antes de comenzar a confeccionar un tratado bíblico, lo primero que debemos hacer es buscar la dirección del Señor. Trabajar en la realización de un tratado bíblico no debe ser una dinámica apresurada, sino una experiencia de deliberación y reflexión espiritual. Por ello, es importante presentarle nuestro trabajo al Señor en oración, para que él nos guíe y provea la sabiduría necesaria para que el resultado sea conforme a su voluntad.

 

2. Selección del tema. 

Luego de haber presentado nuestro propósito de trabajar al Señor, unos de los pasos de umbral que debemos dar es la selección del tema. Escoger un tema adecuado es una tarea primordial que a veces es pasada por alto y que compite en contra de los resultados positivos que deseamos que se generen en los recipientes de los tratados. Entre los factores a considerar en la selección de un tema apropiado se encuentran: asuntos de actualidad, puntos de vista que generen controversia entre la gente, materias de la vida cotidiana, en fin, temas que los oídos de los recipientes estén preparados para digerir de primera intención y sin dificultad. De esta manera, ejemplos de temas apropiados serían: el calentamiento global, la pena de muerte, el alza en el costo de vida, entre otros.

 

3. Propósito bíblico.

 Después de haber escogido el tema, debemos tener en mente que el mismo debe estar entrelazado a un propósito eminentemente bíblico. No podemos permitir que el tratado gire alrededor de simple opiniones nuestras acerca del asunto, sino que debemos ser vigilantes en que se halle centralizado en la Palabra de Dios. De otra manera, estaríamos exponiendo mera información humana (aun cuando fuera interesante), pero no el evangelio de Jesucristo. En este aspecto, es importante citar las Sagradas Escrituras, para que al lector no le quepa la menor duda de que nuestro mensaje se halla cimentado en el texto bíblico y no en criterios humanos.  

 

4. Estilo. 

Al escribir el mensaje del tratado, indudablemente nuestro estilo de redacción quedará impregnado al mismo. Esta es una zona en la cual no debemos ser muy sistemáticos, sino solamente permitirle al Señor que utilice nuestras capacidades. El no tener cierto nivel de preparación académica no debe ser impedimento alguno, pues después de todo debemos recordar que al seleccionar los escritores de la Biblia, Dios tuvo a bien escoger no solo doctores (Lucas) y eruditos (Pablo), sino también pescadores (Pedro), publicanos (Mateo), boyeros (Amós), en fin, “hombres sin letras y del vulgo” (Hechos 4:13). Sin embargo, aunque tenemos libertad en cuanto a emplear nuestro estilo al redactar el tratado, ello debe hacerse a expensas de sacrificar la calidad ortográfica del escrito, la misma debe ser correcta. Un diccionario, un procesador de palabras o un amigo, pueden ayudarnos en este aspecto. Por último, proponte siempre que el tratado luzcasencillo para el lector, pues al fin, lo que perseguimos es que el mensaje sea manejable para todo tipo de lector.

 

5. Contenido. 

En cuanto al contenido del tratado, sin embargo, debemos tomar en cuenta ciertas consideraciones. Un error que a menudo se comete es el realizar un tratado exclusivamente textual, esto es, un tratado en el cual solo aparecen palabras. El tratado textual, por regla general, no tiene buena acogida entre los recipientes, varios factores compiten en su contra, entre ellos: (1) no luce atractivo, (2) al individuo promedio no le gusta o no tienen tiempo para leer, (3) muchas personas son renuentes a atender materias religiosas. El tratado textual es empleado muchas veces por personas que desean redactar su testimonio personal y compartirlo con las gentes, con el desafortunado efecto de que las experiencias maravillosas escritas los tratados no son leídas por la inmensa mayoría de las personas a que son ofrecidos.

Tenemos que ser realistas y tomar conocimiento de que la vista es el más agudo de todos sentidos, después de todo la misma Biblia destaca que “nunca se sacia el ojo de ver” (Eclesiastés 1:8). Además, los mismos expertos del aprendizaje han reconocido que el ser humano reacciona más rápida y efectivamente cuando la información le es transmitida por medio de auxiliares audiovisuales. En virtud de todo ello, es recomendable añadir a todo tratado algún tipo de refuerzo gráfico que atraiga de primera mano al espectador. Cabe señalar que no tenemos que saber dibujar para llenar este objetivo, pues la ilustración no tiene que ser una obra de arte ni ceñirse a los principios del arte. Después de todo, lo único que procuramos es llamar la atención del lector y a veces un dibujo imperfecto llena este propósito mejor que uno bien confeccionado. Por otro lado, en vez de un dibujo, se puede utilizar un foto.

 

6. Algunos principios del recuerdo. 

Al confeccionar el tratado, no debemos pasar por alto la forma en que opera la memoria humana, pues uno de los objetivos a seguir es que el recipiente recuerde el mensaje transmitido. En virtud de ello, es menester tomar en cuenta algunos principios:

El ser humano recuerda mejor el primer y el último contacto. Por eso, el contenido inicial y final del tratado debe cautivar la atención de los sentidos del lector. Esta es una técnica empleada a la saciedad por los periódicos y las revistas y que ha probado tener buenos resultados.

El ser humano recuerda mejor lo que le resulta extraño o familiar. Este principio nos podría servir de guía a la hora de asignarle un título a nuestro tratado.

El ser humano recuerda mejor los acontecimientos asociados a emociones intensas. Esto nos advierte que nuestro mensaje no puede ser monótono y debe variar en acentuación sincrónicamente.

 

7. Inspección Final. 

Después de haber terminado el tratado no lo contemples como una obra consumada, en vez, míralo con un ojo crítico. Mantén tu mente siempre abierta a la posibilidad de enmendar y perfeccionar el tratado. Coteja su mensaje una y otra vez y examina que se ajuste a las Sagradas Escrituras. Examina su título, tema, ilustraciones, tonalidad, ortografía, etc., y solicítale a otros que te ayuden a hacer lo mismo y te briden sus sugerencias. Finalmente, debes terminar el proceso de la misma forma en que lo comenzaste, esto es, buscando la dirección del Señor. Preséntale el tratado al Señor y, antes de distribuirlo, pídele que te muestre si se ajusta a su voluntad.